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Foto del escritorHernán Muñoz Vélez

Estar más y mejor informado no es igual a tener acceso a mucha información. ¿Qué puede hacer una biblioteca al respecto?

Actualizado: 19 jun


Bibliotecólogo, Especialista en Literatura y Magíster en Historia. Director Académico y Científico en Consortia SAS.



Lo primero que debemos tratar de resolver es, ¿Qué quiere decir estar más o mejor informado?, ¿es aquel que consume noticias de manera frecuente? O ¿es por defecto aquel que consume mucha información? Hoy en día las personas tenemos acceso a una gran cantidad de información producto de nuestra interacción y uso de diferentes fuentes como redes sociales o internet. Sin embargo, este acceso “ilimitado” a información no garantiza que estemos mejor informados.


Según Google, una persona promedio realiza entre 3 y 4 búsquedas de información en internet cada día, lo que quiere decir que en promedio diariamente se realizan más de 6 mil millones de búsquedas de información lo que demuestra la necesidad permanente que tienen las personas de acceder a información.

   

Se podría decir que hoy en día podemos acceder a más información de la que estamos en capacidad de procesar y utilizar de manera adecuada. Y aunque el acceso a enormes cantidades de información puede verse como un punto a favor del ciudadano del común, lo cierto es que gran parte de la información a la que tiene acceso no es de fiar, presenta algún tipo de sesgo o no es lo suficientemente clara para aportar en la toma de decisiones objetivas.


Además es muy complejo determinar qué grupos de ciudadanos pueden estar más o menos informados, ya que calificar el acceso a la información puede ser riesgoso y llevarnos a confundir la calidad con la cantidad de información a la que se accede.


No obstante, podemos tratar de generar una estrategia que nos permita identificar los grupos sociales que pueden, eventualmente, estar mejor informados a partir de la identificación del tipo de fuentes de información a las que tienen acceso, si disponen de bibliotecas públicas o académicas, pero además cuáles son los niveles de acceso a internet que facilitan el uso de gran diversidad de fuentes de información en línea.


Aunque esto no garantiza que estos grupos sociales estén mejor informados que otros. Pero si partimos de la premisa de que; al contar con una mayor cantidad de fuentes de información, las posibilidades de filtrar dicha información y formarlos en criterios que les permita tomar decisiones acertadas basadas en datos relevantes, esta posibilidad aumenta, entonces podríamos hablar de que estos ciudadanos deben estar mejor informados.


En Colombia, según la Encuesta Nacional de Lectura ENLEC realizada por el DANE en 2017, son los habitantes de las ciudades los que más libros leen al año (2.9 libros por año) por encima de los habitantes de las zonas rurales (1.9 libros por año).


Si además tenemos en cuenta que la Red Nacional de Bibliotecas Públicas la cual depende de la Biblioteca Nacional, cuenta con 1484 bibliotecas, sumadas a las que pertenecen a las cajas de compensación familiar y las bibliotecas académicas de colegios, escuelas y universidades, podemos decir que Colombia puede contar con más de 2000 bibliotecas, la mayoría de ellas en las ciudades más habitadas.


En ese sentido, nos podemos aventurar a decir que son los habitantes de las ciudades principales o cabeceras quienes por tener acceso a más y mejores fuentes de información los que están mejor informados.


¿Cuál es el impacto del acceso a la información en el logro de resultados de desarrollo institucionales, locales y nacionales?


Esta definición esta alineada con lo que proponen las Naciones Unidas con los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), los cuales “constituyen un llamamiento universal a la acción para poner fin a la pobreza, proteger el planeta y mejorar las vidas y las perspectivas de las personas en todo el mundo.”


Sin embargo, para que todos estos procesos se lleven a cabo, es necesario contar con un insumo indispensable, la información. En este sentido, podemos afirmar que el desarrollo no se basa solo en acciones, sino en la información que necesita el ser humano para tomar decisiones acertadas.


Aunque Maslow propuso en su pirámide una jerarquía de las necesidades humanas, quienes trabajamos con información sentimos la ausencia de este elemento en alguno de estos escalones, pues aunque bien podríamos decir que es una necesidad fundamental transversal a todas las demás, debemos reiterar la importancia del acceso a la información clara, objetiva, veraz y oportuna, como insumo clave para el desarrollo humano en particular y social, en general.


En un reciente taller realizado por Consortia para el Consorcio Colombia, líderes de alrededor de 80 bibliotecas académicas colombianas, se pudo evidenciar que quienes están al frente de las unidades de información cuentan con acceso a muy buena información y conocen ampliamente los temas relacionados con la sostenibilidad, pero además tienen el impulso por mostrar acciones que generen impacto, sin embargo dichos esfuerzos no son estructurales o sea no están alineadas con los proyectos institucionales careciendo de peso y de respaldo en muchos casos.


En ese sentido, es importante reiterar la importancia de incluir a las bibliotecas y unidades de información en la sensibilización y acompañamiento en el logro de los ODS pues, aunque ya se ha discutido entre las bibliotecas sobre cual podría ser su aporte, es precisamente este papel el que es desconocido por otros actores de la sociedad, igualmente responsables del cumplimiento de los Objetivos.


Aunque, en este Taller se analizaron los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible y los líderes de las unidades de información plantearon, entre varios temas, una ruta de sostenibilidad en las bibliotecas, alineada con los ODS donde proponen fortalecer aspectos tan importantes que van desde la sensibilización en las universidades, hasta la gestión de recursos para ejecutar las acciones propuestas y tener un impacto real, estas propuestas no tendrán el efecto esperado si no se articulan con políticas institucionales y regionales más amplias.


Estar más y mejor informado no es igual a tener acceso a mucha información. ¿Qué puede hacer una biblioteca al respecto? 


Comprender la evolución de las bibliotecas implica también comprender que son instituciones vivas que permanentemente requieren de una reflexión profunda sobre su quehacer, lo cual necesariamente conlleva a verdaderos cambios acordes con las tendencias y demandas de un medio cada vez más exigente.


La relación cada vez más complejas entre los usuarios y la información requieren una mayor participación de las bibliotecas y profesionales de la información en cuanto somos los responsables no solo de asimilar primero dichos cambios y demandas para transmitirlos a la comunidad, sino que debemos estar preparados para impulsar y proponer nuevas alternativas de uso y generación de información, como elemento fundamental para el cambio social innovando en la manera como las bibliotecas impactan los medios educativos, productivos y culturales.


Identificar el papel de las bibliotecas en un entorno donde los procesos y el desarrollo de competencias son fundamentales para mejorar la calidad de la educación y mejorar el acceso de los ciudadanos a la información, es la clave para el diseño de servicios que logren ubicar al usuario en el centro del quehacer bibliotecario, servicios que tengan por objetivo fortalecer sus competencias en el uso responsable de la información.


Finalmente, las bibliotecas deben asumir la responsabilidad de impulsar varias iniciativas claves para el cumplimiento de los ODS, algunas de ellas son:


  • Apoyar la implementación de las policitas de acceso abierto, con el fin de garantizar el acceso libre y equitativo a la información y al conocimiento, dejando de lado las barreras que impidan el acceso a la información necesaria para impulsar el desarrollo.

  • Persistir en el diseño e implementación de acciones para promover el acceso responsable a la información, facilitando escenarios para que el usuario reconozca, seleccione y utilice de manera adecuada las fuentes a su disposición.

  • Para lograrlo, deben repensar las metodologías y estrategias de los estudios de usuario o estudios de comunidad, usando herramientas que les permitan reconocer de una manera más efectiva sus necesidades de información para diseñar servicios innovadores que generen un mayor impacto.


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